viernes, 1 de marzo de 2013

Hasta quince veces han identificado a una de las chicas que llevan casi un mes durmiendo en Sol


La Chispa Puede Ser Cualquiera

Hasta quince veces han identificado a una de las chicas que llevan casi un mes durmiendo en Sol. La policía les ha multado, regado, amenazado, incluso robado sus mantas y abrigos en temperaturas bajo cero. Son órdenes de arriba, dicen. Y las ejecutan contra unas personas que protestan de forma pacífica.

Esta es una escena habitual: hasta cinco coches y veinte policías para decirle a unos cuantos menores de edad que no pueden tener más de una manta por persona.

Es un mito clásico: al tirano le anuncian que le van a derrocar, y este se vuelve loco buscando indicios que señalen al elegido con el fin de acabar con él antes de que sea demasiado tarde. El tirano no sabe aún quien le derrocará, sabe que puede ser cualquiera, y por eso intentará aplastar a cualquiera, sin saber que precisamente esta acción es la que va a acelerar su destrucción.

La imagen diaria de un Estado que moviliza todas sus armas contra un grupo de chavales que protestan, con cuatro cartones, contra la corrupción es bastante reveladora. Es como un monstruo muy grande y muy torpe que dice protegernos, pero que a la mínima nos ataca porque nos tiene miedo. Lo malo es que a veces lo olvidamos. Olvidamos que el monstruo también siente miedo.

La primera noche y la segunda y la tercera…

Este domingo se cumple un mes de aquella primera noche. Después de una concentración espontánea en la sede del PP contra los últimos casos de corrupción, la policía acabó identificando hasta dos y tres veces a los más jóvenes. A algunos los llegó a humillar poniéndolos contra la pared, y tres de ellos decidieron quedarse en Sol como forma de protesta. Pronto, se fueron uniendo más.

Esa noche sonaba un poco todo a broma. Pero las horas, el frío, el miedo a la policía pasaron, y ellos allí siguieron. Uno de los chicos sonreía con mucha frescura a todos los medios que se acercaban. Días después, no paraba de intentar organizarlo todo. Algunos bromeábamos con que le estaba pasando como a Obama, que pronto le salieron un montón de canas y arrugas por el peso del cargo. Como bien decía Spiderman “todo gran poder implica una gran responsabilidad”.

A una de las chicas le pregunté si había estado en la acampada del 15M y me dijo que entonces tenía 15 años y su padre no le dejaba quedarse por la noche. En esta ocasión, él también fue a decirle que volviera a casa, pero ahora ella es un poco más mayor (17 años) y está convencida de quedarse.

En estas tres semanas, la policía se ha llevado a algunos de los menores por la fuerza a sus casas, ha identificado a sus padres y les ha amenazado con denunciarles por dejarles “en situación de desamparo”. Esos mismos policías que se dedican algunas noches a hacer trompos con sus coches al lado de ellos, de pronto, alegaban que se los llevaban para “protegerlos”.

Sus órdenes van cambiando constantemente. Un día les dicen “no podéis estar a menos de siete metros de la estatua del caballo”; y otro: “solo podéis tener lo que os quepa en las manos; otro: “os tenéis que levantar para que el servicio de limpieza limpie” (aunque ellos ya lo hayan limpiado antes). Y van obedeciendo prácticamente todas sus órdenes, salvo una: no se van de la plaza.

Es algo así como una resistencia líquida, jamás se enfrentan, pero a veces se escurren. Si les dicen que no pueden poner carteles, se hacen petos con mensajes, o los escriben en sombrillas, o en globos. Si les dicen que solo pueden llevar un cartel por persona, engarzan 5-en-1. Y así siguen.

Una tarde, un policía se sinceró con ellos: “Con el uniforme no podemos ser personas”.

Y otro: “Si yo estoy de acuerdo con lo que protestáis, pero…”

Pienso que, de alguna manera, ellos actúan como un espejo que les devuelve una imagen a los policías que ellos mismos no quisieran ver. Una imagen un tanto vergonzante.

Hacer, seguir, tirar…

Asambleas, recogidas de firmas contra la corrupción, performances con escobas, un disfraz de Rajoy y sobres, conversaciones sobre la situación actual con la gente que pasa por allí… son algunas de las “peligrosas” actividades por las que reciben ese acoso continuo.

Muchos son los que acercan a traer un café, un arroz, unas palabras. También son muchos los activistas de Madrid que no ven que este sea el momento de hacer esto, que esta sea la estrategia adecuada. Como no encaja en su calendario ni en sus planes, prefieren hacer como si no estuviese pasando.

Ellos siguen, pese a todo. Simplemente, creen que es lo que tienen que hacer, y lo hacen. No les hace falta más. Quizá otras 5 hagan algo en otro sitio. Y otras 5 en otro. Y otras 5…

Hace poco, se pasó la Solfónica a cantar con ellos
“L´estaca”.

¿Recordáis la letra?:

“Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar. “

“Si yo tiro fuerte por aquí
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.”

Pues eso.

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